Comentario
Un personaje de transición, a mitad de camino entre el ocaso otónida y el renacimiento del siglo XII fue san Anselmo. Nacido en 1033 en Piamonte, fue abad del monasterio de Bec en 1078 y arzobispo de Canterbury a partir de 1093, ciudad en donde murió en 1109. Autor de numerosísimas cartas y diversos tratados -"Monologion" (1076), "Proslogion" y "Cur Deus homo?" (1098)-, buscó conciliar en sus obras la fe y la razón como fuentes del conocimiento. De formación agustiniana, no poseía aún el instrumental metafísico propio de los escolásticos, por lo que se limitó a aplicar la reflexión lógica a los misterios de la fe. A tal método corresponden, por ejemplo, sus famosas pruebas sobre la existencia de Dios.
Modelo de la gran eclosión vivida por los nuevos centros catedralicios es en cambio la denominada escuela de San Víctor en París, centro de una importante congregación de canónigos regulares. Su fundador, Guillermo de Champeaux (muerto en 1122), fue un destacado promotor de la corriente realista y contó entre sus alumnos al genial Abelardo. Sin embargo, su discípulo más destacado fue Hugo de San Víctor (muerto en 1141), autor de un importante tratado teológico -"De sacramentis"-, y sobre todo de una nueva concepción de la jerarquía de los saberes y los métodos de enseñanza, tal y como expone en su "Didascalion". Discípulo del anterior fue Ricardo de San Víctor (muerto en 1173), autor del "De gratia contemplationis" y "De praeparatione animi ad contemplationem", obras en las que demuestra ser el principal místico de su tiempo. En otro de sus escritos, el "De Trinitate", adopta la perspectiva de San Anselmo, al considerar a la razón como instrumento probatorio de la fe.
Aparte de autores menores como Godofredo y Gualterio de San Víctor, ciertos personajes de indudable talla intelectual estuvieron también ligados directa o indirectamente a la escuela parisina. Así el propio san Bernardo (muerto en 1153) en sus importantes escritos de carácter místico y, sobre todo, Guillermo de Saint Thierry (muerto en 1148), quien en su "De contemplando Deo" y "De natura et dignitatis amore" se hace eco de concepciones platonizantes afirmando de nuevo el método racional como el más idóneo pare acercarse a la trascendencia.
De la escuela episcopal de Chartres se ha dicho con exageración que se caracterizaría por una fuerte tendencia platónica, lo que en verdad no resulta acertado teniendo en cuenta la enorme disparidad de sus autores. Si es correcto afirmar en cambio que la mayoría se centraron en la naturaleza y el hombre como imágenes de la creación, tendencia ésta que se manifiesta incluso en los primeros intelectuales de la escuela. Así los casos de Fulberto (muerto en 1028) e Ivo de Chartres (muerto en 1115), defensores del concepto de hombre como microcosmos.
De Bernardo de Chartres, "magíster" de la escuela entre 1124-1126, no se conservan sus obras, pero su importancia queda de manifiesto por sus principales discípulos: su hermano Thierry, Juan de Salisbury y Guillermo de Conches.
Su contemporáneo y sucesor en el cargo, Gilberto de la Porrée (muerto en 1140) fue un importante teólogo y metafísico, también de la corriente llamada realista. Su "De sex principiis", interpretación de la lógica aristotélica, llegaría a convertirse entre los siglos XIII-XV en un manual básico de las facultades de artes. Asimismo comentó a Boecio en su "De Trinitate", rozando en ocasiones la heterodoxia.
El ya citado Thierry de Chartres, sucesor de Gilberto como canciller entre 1140-1155, sistematizó la enseñanza del "trivium" y el "quadrivium", abordando el problema de las causas del universo en su "Heptateuchon". Guillermo de Conches elaboró por su parte en su "Philosophia mundi" una suerte de enciclopedia científica, dado su interés por la anatomía y la fisiología. Su discípulo, y de Bernardo de Chartres, Juan de Salisbury (muerto en 1180), fuente insustituible en sus numerosas cartas para conocer la vida diaria y los métodos de trabajo de la escuela, es autor del "Metalogicom", en el que se demuestra sus amplios conocimientos de la lógica aristotélica, que llegó ya a conocer completa (Logica nova). Mas su obra de mayor interés es el "Policraticus", uno de los primeros tratados medievales sobre la ética del poder y la teoría política.
También ligados a la escuela de Chartres cabe citar, finalmente, a Honorio de Autun, autor del "Elucidarium" (c. 1130), en la línea del "Didascalion" de Hugo de San Víctor; a Gerhoh de Reichersberg (muerto en 1169) con su "Liber de aedificio Dei" y a Alano de Lille (muerto en 1203) con su "De planctu naturae". Figura también interesante es Adelardo de Bath (muerto en 1130), formado en las escuelas de Laon y Tours y autor de las "Quaestiones naturales" y "De eodem et diverso", sobre anatomía y fisiología humanas.